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18 ene 2021

6. Francis Bacon y René Descartes: en los albores del pensamiento moderno

Uno de los filósofos más relevantes de la historia de la filosofía ha sido René Descartes (1596-1650). Famoso por su frase: "Pienso, luego soy", en la que Descartes funda toda su filosofía, este pensador revoluciona, a su modo, la manera de "hacer filosofía". 
 

Acostumbrado a la lectura de los "libros antiguos" en los que se concentraba toda la sabiduría de la época, corrió el riesgo de "pensar por sí mismo" y puso todo en duda. Apasionado, como Sócrates, por la búsqueda de la verdad, propuso un método que le permitiera construir con certeza una nueva ciencia. 

Inspirado en la aritmética y en la geometría, de cuyas demostraciones no cabía dudar, se dedicó a buscar el "camino" (método) que condujera a la verdad. Un método que fuera posible emplear la razón de un modo seguro para no equivocarse. 

Más allá de los acontecimientos que atravesaron su vida, la obra de Descartes se identifica con el "espíritu francés". O al menos, toda Francia se reconoce como "cartesiana". 

En lo que sigue, les propongo leer una entrevista realizada a Francois Azouvi, investigador del Centro Nacional de la Investigación Científica y Director de Estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, autor de una obra que ganara un premio en 2003: "Descartes y Francia. Historia de una pasión nacional" para conocer el impacto de la obra de René Descartes y cuál es el objetivo que Descartes se plantea al escribir su obra más relevante, escrita en francés en 1637. 

1er. momento: Leer la entrevista a François Azouvi y responder (en la sección Comentarios) a las siguientes preguntas: 

¿Por qué Azouvi considera, en cierto modo, a Descartes como un pensador revolucionario? ¿Cuáles son los rasgos de su pensamiento y de su conducta que lo justifican? ¿Qué otras características de la vida y obra de Descartes les ha llamado la atención? 

Sin embargo, como señala François Châtelet, Descartes no fue el único pensador preocupado por la búsqueda de un "nuevo método" de investigación que permitiera conocer y dominar la naturaleza. 


En 1620, el Canciller y filósofo inglés Francis Bacon publicó ‘La gran restauración’, obra que con el tiempo se dio a conocer con el nombre de Novum Organum, que también proponía una gran transformación en el ámbito de la investigación de la naturaleza. 

 2do. momento: Leer el artículo de la Revista Arcadia sobre el proyecto científico de Francis Bacon, la I y la II Parte y la IV Parte del Discurso del método de René Descartes y explicitar (en archivo adjunto):  
1- Con respecto al pensamiento de Francis Bacon:
 a- cuál era el propósito y el método de investigación propuesto por Bacon 
b- qué esperaba Bacon de la investigación científica 
c- cuál es la posición de Bacon frente a la escolástica y frente a la Iglesia 
d- qué papel cumple la experiencia en la construcción de la ciencia 

 2- Con respecto al pensamiento de René Descartes: 
 a- en qué consiste dudar 
b- cuáles son los motivos por los cuales Descartes duda de los conocimientos adquiridos y de las costumbres de la época 
c- qué entiende Descartes por "método" y cuál es el papel que le asigna al "buen sentido" o "razón" en la construcción de la ciencia 
d- cuál es el propósito de escribir un "discurso" acerca del método. 
e- cuáles son y en qué consisten las "reglas del método" enunciadas por Descartes para garantizar el acceso al conocimiento verdadero 
f- cuál es el modelo de investigación científica propuesto por Descartes y cuáles son las razones de ello

¡Buen trabajo para todas y todos!

8. Feminismo y modernidad: una lectura diferente de Descartes y Kant

Con este tema, vamos a cerrar el desarrollo de la filosofía moderna. Aquí les dejo las consignas. Espero que disfruten de este trabajo como yo disfruté organizándolo. 

1. En primer lugar, les propongo volver a leer y analizar estos dos fragmentos de los textos escritos por Descartes y Kant. 

 “El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él, que aun los más descontentadizos respecto a cualquier otra cosa no suelen apetecer más del que ya tienen. En lo cual no es verosímil que todos se engañen, sino que más bien esto demuestra que la facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón, es naturalmente igual en todos los hombres; y por lo tanto, que la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean más razonables que otros, sino tan sólo de que dirigimos nuestros pensamientos por derroteros diferentes y no consideramos las mismas cosas. No basta, en efecto, tener el ingenio bueno; lo principal es aplicarlo bien. Las almas más grandes son capaces de los mayores vicios, como de las mayores virtudes; y los que andan muy despacio pueden llegar mucho más lejos, si van siempre por el camino recto, que los que corren, pero se apartan de él” (René Descartes, Discurso del método, 1637, I Parte). 

“La pereza y la cobardía con las causas de que una gran parte de los hombres permanezca, gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la vida, a pesar de que hace ya tiempo la naturaleza los liberó de dirección ajena (naturaliter majorennes): y por eso es tan fácil para otros erigirse en sus tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc., entonces no necesito esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá por mi tan fastidiosa tarea. Aquellos tutores que tan bondadosamente han tomado sobre sí la tarea de supervisión se encargan ya de que el paso hacia la mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado peligrosos para la mayoría de los hombres (y entre ellos todo el bello sexo). Después de haber entontecido a sus animales domésticos, y procurar cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no pueda atreverse a dar un paso sin las andaderas en que han sido encerrados, les muestran el peligro que les amenaza si intentan caminar solos. Lo cierto es que este peligro no es tan grande, pues ellos aprendería a caminar solo después de cuantas caídas: sin embargo, un ejemplo de tal naturaleza les asusta y, por lo general, les hace desistir de todo intento. Por tanto, es difícil para todo individuo lograr salir de esa minoría de edad, casi convertida ya en naturaleza suya. Incluso le ha tomado afición y se siente realmente incapaz de valerse de su propio entendimiento, porque nunca se le ha dejado hacer dicho ensayo. Principios y formulas, instrumentos mecánicos de uso racional -o más bien abuso- de sus dotes naturales, son los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien se desprendiera de ellos apenas daría un salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, porque no está habituado a tales movimientos libres. Por eso, pocos son los que, por esfuerzo del propio espíritu, han conseguido salir de esa minoría de edad y proseguir, sin embargo, con paso seguro” (Immanuel Kant, Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?, 1784).

2. En segundo lugar, las invito a mirar el video que he preparado para ustedes donde aparecen personajes históricos de la historia de la filosofía, algunos ya conocidos: Immanuel Kant, Elizabeth (Isabel) de Bohemia, Mary Wollstonecraft y Edmund Burke. 



3. En tercer lugar, lxs invito a buscar información y escribir una breve reseña acerca de Isabel de Bohemia (según la traducción al español) y de Mary Wollstonecraft, dos mujeres preocupadas por su formación. 

Nota: Les recomiendo un capítulo de una filósofa feminista, Wanda Tomassi, denominado Filósofos y mujeres. La diferencia sexual en la historia de la filosofía, publicado en 2001 donde podrán encontrar precisiones acerca de la relación entre René Descartes y Elizabeth de Bohemia y una síntesis de las principales ideas de Mary Wollstonecraft respecto a la reivindicación de los derechos y de la educación de las mujeres. 

 4. En cuarto lugar, les dejo este link donde encontrarán las “paroles” (letras) de la canción “La femme libre” escrita por Maurice Boukay (1866-1931) e interpretada por Chantal Grimm, Arlette Mirapeu y Elisabeth Boudjema que está incluida en el video. 

Nota sobre la canción: “Esta canción retrata de manera desilusionada el inventario de las etapas del feminismo en Francia, no desde el punto de vista de las feministas, sino de un hombre político que está de su lado y constata el repetido fracaso de sus reivindicaciones”. La canción describe que estas reivindicaciones son emitidas o referidas en ausencia [de las mujeres] y que, luego, poco a poco, son formuladas directamente por las mujeres. Sin embargo, la última etapa es puramente “ficticia”, pues la canción fue escrita en 1896, cuatro años antes del 1900 que aparece en la cuarta estrofa. Lo que el autor sostiene aquí es una idea “muy moderna” y que fue desarrollada por las feministas un siglo después: que si bien las revoluciones necesitan la ayuda de las mujeres (particularmente la Revolución Francesa), una vez que se ha constituido, el “poder revolucionario” se encarga de “volverlas a su lugar”.

5. En quinto lugar, les propongo que realicen: 

 a) un análisis de las imágenes y de los diálogos que aparecen en el video a partir de los ideas que aparecen en los textos de Descartes, Kant y Wanda Tomassi

b) una reflexión acerca de las posibilidades que tienen las mujeres de “pensar y actuar” por sí mismas, más allá de los estereotipos respecto a los “modos de ser” y los “modos” de estar” de las mujeres en un mundo que, hasta el momento, se ha revelado “en clave masculina”. 

¡Buen trabajo para todas y todos!

27 may 2012

Descartes et la France. Historia de una pasión nacional.

« Descartes c’est la France »,
André Glucksman (1987)
2000 ans d'Histoire sur France.
Presentación:

Hayan leído o no el Discurso del método, que admiran, detestan o ignoran, Descartes, lo quieran o no,  los franceses, se sabe, son cartesianos.
Y todos conocen mecánicamente las cinco palabras “je pense donc je suis” sobre las cuales Descartes ha fundado toda su filosofía. Pero, escribiéndolas, nuestro filósofo nacional ignoraba, quizás, todas las pasiones que iba a desencadenar.
Prohibida su lectura y luego recuperado por la Iglesia, aclamado por la Revolución Francesa y estigmatizado por los realistas que vieron en él uno de los inspiradores de la Revolución, desde hace más de tres siglos Descartes no ha dejado de dividir pero también de encarnar un país que es el único en el mundo que se identifica con una filosofía.
Escépticos y racionales por principio, seguros de su buen sentido, desconfiando siempre de los dogmas y de las autoridades establecidas, los franceses se reconocen con gusto en este filósofo cuyos primeros libros escritos en Holanda llegaron a Francia a mediados del siglo XVII, en la época de la Fronda y de Mazarino.

Entrevista de Patrice Gélinet a François Azouvi (philosophe). 13.06.2003

- Buenos días, François Azouvi, usted es el autor de un libro del que se ha hablado mucho, publicado en Fayard, “Descartes et la France”. Es un libro que no trata de una biografía de Descartes ni de una reflexión sobre su obra, sino de una historia de las pasiones que Descartes ha provocado en Francia desde su muerte, hace ya 350 años. No hay muchos filósofos con los cuales  un país se haya identificado. Se dice: “los franceses son cartesianos”.  Ningún filósofo ha sido objeto de una pasión como esta.

- No, en efecto, yo creo que es el único, es el único caso, Francia, en que un país se identifica con un filósofo, que se dice cartesiano, que dice que tiene el espíritu cartesiano. Los alemanes nunca han pensado algo parecido, los ingleses tampoco, a pesar de su gran admiración por los grandes filósofos, por supuesto. Pero Francia es el único país que yo conozco que ha inventado esta idea de que es un país cartesiano.

- En el caso de Descartes es muy curioso que si Descartes ha escrito, eso se ha vuelto una revolución, su obra, particularmente el Discurso del método en francés. Si bien él nació en Francia, de hecho vivió, esencialmente en exilio en los Países Bajos, y aún ha muerto en Suecia, cerca de la reina Cristina a sus 50 años, cómo es posible que se haya reapropiado de alguien que ha vivido y ha escrito, en el fondo, en el extranjero….

- Escuche, yo creo que el hecho de que él se haya exiliado voluntariamente ha contribuido, de hecho, a la fabricación de este mito de Descartes, héroe nacional…

- ¿Voluntariamente? Mucha gente dice que él partió perseguido por sus ideas…

- No del todo, él no ha sido del todo perseguido por sus ideas, sino porque tuvo un sentimiento, no sé si con razón, un sentimiento de que podría estar mucho más tranquilo, escribir y vivir mucho más tranquilamente en Holanda que en Francia. En realidad, el fin de su vida fue inquieto, ha suscitado polémicas … pienso que se ha nutrido también en Francia, pero en todo caso es de hecho falso que él haya partido a causa de sus ideas… El ha sido una persona muy prudente, usted sabe, y, en particular, sobre el affaire Galileo, él era de la misma opinión, pero se abstuvo cuidadosamente de publicar sus ideas porque sabía que Galileo había sido condenado. Descartes quería tranquilidad, quería poder escribir y trabajar tranquilamente.

- ¿Escribir libros de ciencias? Para nosotros es un filósofo, después de su muerte… De hecho, es lo mismo para muchos filósofos de su época, al mismo tiempo, es un científico, matemático, biólogo, físico. El fue quien descubrió, creo, la geometría analítica y se interesaba por todas las ciencias… Y de hecho, si él se vuelve filósofo, es por el acercamiento con las ciencias…

- Sí, el comienza por las ciencias… Comienza con las matemáticas, haciendo trabajos de matemáticas es que comienza a ser conocido, a ser señalado por sus pares. Y es necesario no olvidar que el Discurso del método, del que tenemos el hábito de leerlo bajo la forma abreviada, en realidad había sido hecho para introducir una serie de ensayos científicos… En realidad, pienso que Descartes le ha dado mucha más importancia a aquello a lo que el Discurso del método introducía que al Discurso…mismo.

- Se trataba de encontrar un método de trabajo para los científicos…

- No solamente para los científicos, un método general, un método que valga en todas los dominios del pensamiento
- Escuchamos el pasaje más conocido: 1er. Párrafo de la Cuarta Parte del Discurso del método
“No sé si debo hablaros de las primeras meditaciones que hice allí, pues son tan metafísicas y tan fuera de lo común, que quizá no gusten a todo el mundo (30). Sin embargo, para que se pueda apreciar si los fundamentos que he tomado son bastante firmes, me veo en cierta manera obligado a decir algo de esas reflexiones. Tiempo ha que había advertido que, en lo tocante a las costumbres, es a veces necesario seguir opiniones que sabemos muy inciertas, como si fueran indudables, y esto se ha dicho ya en la parte anterior; pero, deseando yo en esta ocasión ocuparme tan sólo de indagar la verdad, pensé que debía hacer lo contrario y rechazar como absolutamente falso todo aquello en que pudiera imaginar la menor duda, con el fin de ver si, después de hecho esto, no quedaría en mi creencia algo que fuera enteramente indudable. Así, puesto que los sentidos nos engañan, a las veces, quise suponer que no hay cosa alguna que sea tal y como ellos nos la presentan en la imaginación; y puesto que hay hombres que yerran al razonar, aun acerca de los más simples asuntos de geometría, y cometen paralogismos, juzgué que yo estaba tan expuesto al error como otro cualquiera, y rechacé como falsas todas las razones que anteriormente había tenido por demostrativas; y, en fin, considerando que todos los pensamientos que nos vienen estando despiertos pueden también ocurrírsenos durante el sueño, sin que ninguno entonces sea verdadero, resolví fingir que todas las cosas, que hasta entonces habían entrado en mi espíritu, no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños. Pero advertí luego que, queriendo yo pensar, de esa suerte, que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa; y observando que esta verdad: «yo pienso, luego soy», era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no son capaces de conmoverla, juzgué que podía recibirla sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que andaba buscando.”

-  Este es el pasaje más conocido del Discurso del método, François Azouvi, donde la duda es erigida en principio, el “je pense, donc je suis” que se aprende hoy mecánicamente en todos los liceos en Francia, ¿qué es lo que tiene de revolucionario en esa época?
- Lo que tenía de revolucionario es que simplemente no se comenzaba por verdades reveladas, por la tradición, por el recurso a una tradición, se comenzaba por la puesta en duda de toda verdad, incluida, por otra parte, la existencia de Dios, que era considerada como, quizás, falsa, o en todo caso, dudosa…
- Pero… él ha también intentado probar la existencia de Dios..
- Sí, por supuesto, pero en un segundo momento… En un primer momento, él pone en duda todas las verdades, todas las opiniones que ha recibido y es eso lo que es propiamente revolucionario, es eso lo que desde esa época incluso hasta hoy, eso es lo que no era bien visto, en particular, por los partidarios del catolicismo, era inadmisible que se ponga en duda la existencia de Dios, que se pueda recusar la autoridad de la tradición, no fundarse sobre ella y, en el fondo, fundar toda la filosofía, todo el edificio del saber sobre proposiciones racionalmente deducidas. En efecto, el “je pense, donc je suis” es la primera de una larga cadena y todo el proyecto cartesiano es precisamente fabricar todo un sistema de saber a partir únicamente del sujeto pensante. Yo, solo, soy capaz de construir el edificio del saber y no necesito de la autoridad de la tradición ni de la autoridad de la revelación.
- Otra cosa que ha sido considerada como revolucionaria, FA, es que escribe el Discurso del método en francés… ¿Qué es lo que tiene eso de revolucionario?
- Lo revolucionario es que es el primer texto de gran importancia en filosofía que se ha escrito en francés, a excepción de los Essais de Montaigne de 1580, que es un texto de estilo muy diferente… Lo que es interesante es saber por qué Descartes escribe el Discurso del método en francés, lo escribió precisamente para que todo el mundo pueda leerlo, incluidas las mujeres, es decir, que su texto no está reservado a los doctos, y es por eso que él esperaba no estar restringido al público de la filosofía escolástica, aquellos que adherían a una falsa filosofía, sino que él se dirigía al gran público. También es necesario señalar que Descartes siempre ha sido muy atento, cuidadosamente a la naturaleza de sus escritos. Cuando sus escritos son más técnicos, los escribía directamente en latín, los publicaba directamente y cuando son escritos susceptibles de que conciernan al gran público, los ha escrito en primer lugar en francés.
- Y luego, él es criticado durante su vida, aún en los Países Bajos, razón por la cual parte cerca de Cristina de Suecia y muere algunos meses después de su llegada, en 1650 y luego, poco a poco, se desconfía de sus escritos y  es prohibida su lectura por la Iglesia…
- Sí, en 1663, después de su muerte, la Iglesia prohíbe la lectura de sus obras por todas las razones que hemos dicho: a causa de la duda, a causa de la puesta en cuestión de la existencia de Dios, también por razones más técnicas, que sería muy largo de detallar aquí, que tienen que ver también con la ciencia cartesiana… Yo creo que es muy importante… durante mucho tiempo, filosofía y ciencia estaban íntimamente mezcladas, no se habla sino de una y de la otra… Así, los enciclopedistas estaban filosóficamente del lado de Locke, hay científicos que estaban del lado de Newton, de la filosofía y de la ciencia inglesa… Y usted tiene razón la ciencia cartesiana, particularmente la física cartesiana fue enseguida reemplazada y desplazada por la ciencia de Newton, pero lo que pasa en ese texto que Ud. ha leído, lo que pasa, es que, en el fondo, se pasa, o se insiste, no tanto sobre el “je pense donc je suis”, sino sobre el método. El acento se pone ahora sobre Descartes, inventor del método. Y eso es evidentemente una operación muy importante en la fabricación del mito “Descartes”…
- ¿Por qué?
- Porque eso permite decir, en el fondo, Descartes se ha equivocado, sí, se ha equivocado en física, también se ha equivocado en filosofía, pero ha inventado el método racional, y este método es inmortal,  entonces, será el método de todo espíritu que busca la verdad. A partir del momento en que esta invención se hace, y en efecto, se hace a partir del siglo XVII, por Fontaine, particularmente, la causa es ganada, no se puede desacreditar a Descartes de todo lo que ha dicho.
- Ahora, FA, también se ha evocado la Revolución, porque la Revolución celebra a Descartes, se lo ha querido “panteonizar” … Descartes no ha tenido durante su vida ningún interés, en su ciudad natal, en Touraine, Pero nunca fue llevado al panteón¿por qué? ¿se puede decir también que, en el fondo ha tenido la paternidad de la Revolución francesa como Voltaire, como Rousseau, como Montesquieu?
- Esta es la cosa más sorprendente, extraña y más paradojal de toda esta historia, evidentemente, por supuesto, el no ha tenido ninguna paternidad, ninguna responsabilidad con el nacimiento de la democracia, de la idea de los derechos del hombre, con todas esas ideas…. En el plano político también tenía gran prudencia. Lo poco que hay de filosofía política en su obra es extremadamente prudente. Pero, se le han acreditado todas esas cosas y es la Revolución Francesa la que se las acreditó sobre la idea simple de que Descartes funda todo sobre el ejercicio de la razón, él se libera de la tradición, se libera de la iglesia e inventa la idea de que todos los espíritus son iguales y, en consecuencia, es el inventor de la teoría de los derechos del hombre y entonces, está en el origen de las ideas de la Revolución Francesa y de la democracia.
- Sus adversarios le reprochan  también que está en el origen del Terror…
- Y sí, por la misma razón,  porque justamente se lo acusa de haber, en nombre del método, de haberse puesto en contra del orden reglado de la sociedad… en nombre de esta especie de fe de razón que, dicen, ha dado [como resultado] Robespierre, etc.   Y, en el momento de la Revolución aparecen dos discursos que a partir de allí han dividido –aún hoy- los espíritus… Por un lado, Descartes precursor de los derechos del hombre, y por otro lado, Descartes precursor de una posición salvaje de la sociedad…
- Entonces, él divide a los franceses, un filósofo que es nuestro emblema, una pasión nacional…También hay un filósofo que Ud. cita, FA, Victor Cousin, un filósofo que dice también: “Fue un francés, Descartes, el primer filósofo que ha escrito en 1637, es de 1637 que data la filosofía moderna”. ¿Se puede decir que Descartes es el padre de la filosofía moderna, como afirma Cousin?
- Sí, yo creo que en cierto sentido puede decirse eso… De todos modos, Cousin no es un gran filósofo y puede no confiarse del todocuando hace historia de la filosofía… pero yo creo que en ese punto, no es muy discutible… Descartes es, en efecto, uno de los padres de la filosofía moderna, se deberá ver cuándo comienza, etc. Es una afirmación que en todo caso es razonable. Usted tiene razón, Víctor Cousin es uno de los artífices de ese mito de la Francia cartesiana…. El es gran inventor de algo que es de hecho singular, la idea de que Descartes se parece a Francia, que los franceses se parecen a Descartes, que tenemos una especie de consanguinidad, somos de la misma sangre, Descartes tiene nuestra sangre, nosotros tenemos la sangre de Descartes, y es a partir de allí que va a comenzar a fabricarse esta idea de que nosotros somos, nosotros somos sus hijos…
- ¿Y qué pensaría Descartes de esto? Porque él es un filósofo, una filosofía universal, pues el “je pense, donc je suis” es válido para todo el mundo. Esta especie de monopolización de Descartes, muy chauvinista, por cierto…
- Sí, es cierto… El pensaría mal de esto…
- También hay muchas resistencias que provienen de los extremos, de los intelectuales, si puede decirse de los extremos, de izquierda, está Sorel que Ud. cita, que le reprocha a Descartes es un filósofo burgués, están los nacionalistas, que oponen Descartes a Pascal, que no les gusta el racionalismo de Descartes, también ha sido detestado por casi todos los realistas en Francia… Y luego, está Charles Maurras, que es el primero en admirar a Descartes…
- Sí, Maurras admiraba a Descartes, es singular en este paisaje. Es necesario decir que, de una manera general, los que detestan a Descartes son los enemigos de la democracia parlamentaria, porque Descartes, se ha terminado por identificarse con la democracia parlamentaria, con la teoría de los derechos del hombre. A la inversa, todos los adversarios de cierta democracia liberal, de la democracia parlamentaria, de los derechos del hombre, son también adversarios de Descartes. No es sorprendente que la extrema derecha (Barrès) o la extrema izquierda (Sorel). En este paisaje, Maurras y la Acción Francesa ocupan una posición aparte, eso viene del hecho de que Maurras tiene una especie de idolatría por la razón clásica. El tiene esta idolatría en nombre de la idea de que la razón clásica es la Francia del siglo XVII y que Descartes encarna esta razón clásica…
- Es extraordinario, cuando se encuentra que Charles Maurras, el líder de la Acción francesa, realista, pensaba la misma cosa, compartía la misma idea que el jefe del Partido Comunista, Maurice Thorez. Después de la guerra, en 1946, Maurice Thorez de la Sorbona, dice que, “A través de las tempestades y las noches que se han abatido sobre los hombres, es Descartes, con paso alegre, quien nos conduce hasta los mañanas que cantan”… Descartes, ahora, compañero de ruta del Partido Comunista…
- Sí, es magnífico…Sí, el Partido comunista se ha ligado tardíamente a Descartes y junto con él los intelectuales comunistas pensaban que Descartes es el ancestro de Marx y de Lenin, el ancestro de la ideología… A partir de un momento en que se ha fabricado un cierto número de temas, Descartes, inventor de la democracia, a partir de ahí, se presta a todo…
- Su libro, FA, se detiene con esta cita de Thorez, y sin embargo, el debate sobre Descartes continuó. Escuche esta confrontación entre J.F. Revel y  Jean d’Ormesson en 1970…
- Hay otro punto de la historia de la filosofía, que ha tenido una gran repercusión porque se trata de un personaje que es un poco sagrado, para los franceses, es una actitud con respecto a Descartes, que ha provocado remolinos considerables, porque ha echar abajo a Sócrates, pasa, pero echar abajo a Descartes…
-        Se dice Descartes está en el origen del pensamiento moderno porque, en principio, él ataca a la escolástica, él rechaza el principio de autoridad, es decir, el principio según el cual Aristóteles dice esto, Santo Tomás dice esto, entonces, es verdadero. Descartes nos ha dicho: No, es necesario encontrar la verdad por sí mismo…
-        Es una especie de rechazo a la ideología…
-        Pero esto no es del todo de esa fecha, eso está en el Renacimiento. Ese rechazo de la autoridad, esa proclamación de la preeminencia del pensamiento matemático sobre el pensamiento especulativo ya está en Leonardo da Vinci, en Galileo… En realidad, la crítica de la autoridad, el cuidado de la prueba, y todo esto, era algo que estaba en el siglo XVII, Descartes no la ha inventado
- Evidentemente, J.F. Revel no es muy cartesiano evidentemente frente a Jean D’ormesson… André Glucksman decía “Descartes, c’est la France”, ¿eso quedará, cree Ud.?
- Yo pienso que eso quedará, porque Descartes encarna a tal punto a Francia y el ideal racional que es difícil situarse fuera de él…
- Además, es en relación a él que uno se sitúa…
- Yo creo que es así… J.F. Revel tiene razón… Sí, es cierto que Descartes no ha inventado todo eso que se dice….
- Muchas gracias, FA.

Para seguir escuchando:

7 jul 2009

Mis notas sobre René Descartes



Los invito a leer y comentar mis "notas" sobre Descartes y la teoría del conocimiento en la modernidad, escritas en el marco del desarrollo de la cátedra de Gnoseología, en la Escuela de Filosofía, de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.






René Descartes y el problema del conocimiento en la modernidad.


La cuestión del "método" es dominante en la filosofía moderna a partir de René Descartes. Como señala Jacques Derrida (La filosofía como institución, 1984), todo "método" está fundado en una repetición y comporta un conjunto de "reglas generales" (técnicas y procedimientos recurrentes susceptibles de aplicación) que cualquier sujeto, en una situación dada y conforme a ciertos "protocolos" de investigación debe poder reiterar. Esto es así en la medida en que un método no repetible carece de valor, y que la transposición a otros ejemplos debe ser válida: el método debe poder volver a aplicarse, repetirse. El método, se encuentra así en la paradójica situación de comportar una "historia", una marcha, un camino, una cierta historicidad (un curso, un transcurso) y al mismo tiempo, debe poder anular aquella historicidad ligada al acontecimiento singular.

La preocupación por el método implica cierta forma de regular el curso, el paso, el recorrido, el trayecto, el itinerario, e.d. el discurso, el discurrir, el conocer, el saber, el pensar. Discurrere es seguir un itinerario de palabra y el "discurso del método" en tanto "discurso" sobre el método no es sino el enunciar un "camino metódico" o un "conjunto de reglas" que nos permita "avanzar" con certeza por el sendero que nos conduce hacia la verdad.

Toda la "teoría del conocimiento" es una elucidación sobre el "camino" hacia la verdadera ciencia. La interrogación fundamental suscitada por la revolución científica de Galileo puede resumirse en: ¿cómo es posible aplicar la matemática al conocimiento de la naturaleza? y articularse con una serie de cuestiones que permiten determinarla: ¿de dónde proviene la certeza galileana de poder hallar un índice matemático en los fenómenos que se manifiestan en la esfera sensible? ¿puede la matemática transformarse en el método apropiado para un conocimiento cierto del mundo circundante? ¿cómo pueden construirse extra-datis los acontecimientos? ¿hasta qué punto es válido y legítimo ese modo de representar el mundo de los objetos físicos? ¿cuáles son nuestras auténticas representaciones cognoscitivas?

Para Galileo, estas cuestiones no constituían un "problema": el no tenía dudas respecto al carácter matemático de la naturaleza. La matematización de la ciencia de la naturaleza era posible porque Dios, al diseñar el mundo, había introducido una rigurosa necesidad matemática. Dios, en cuanto "geómetra perfecto", había hecho de la naturaleza un universo escrito en clave matemática y había dotado a los hombres de un intelecto que, trabajosamente (por medio de cálculos y demostraciones) lograría un conocimiento "objetivo" y "auténtico" del mundo. Galileo sólo se atribuyó a sí mismo el mérito de haber descubierto "los signos" de la lengua en que estaba escrito "el libro de la naturaleza". Según Galileo, una vez conocido el lenguaje, con sólo abrir "los ojos" del intelecto, los hombres serán capaces de captar la armonía universal, la exactitud matemática que gobierna los fenómenos sensibles y concretos.

Sin embargo, esta "imagen especular" o re-productiva de la ciencia, no responde a lo que Heidegger llamó "la época de la imagen del mundo" (die Zeit des Weltbildes).

"Imagen del mundo, entendido esencialmente, mienta... no una imagen del mundo, sino el mundo comprendido como imagen. Desde ahora, lo que es (das Seiende) en su totalidad es designado sólo como lo que es puesto por el hombre que lo representa y elabora. Cuando se llega a la imagen del mundo se efectúa una decisión esencial sobre lo que es en su totalidad. El ser de lo que es se busca y se encuentra en el carácter de representado (Vorgestelltheit) del ente." ( M. Heidegger, 1938)



La época de la "imagen del mundo" consiste precisamente en pensar lo existente como aquello que es "representado" por el "sujeto de la representación". "Representar" el ser de lo que es y cómo es, esa es la operación propia del pensamiento moderno. Podemos decir que lo que Descartes inaugura es un modo de concebir el proceso de semiosis.

Según la teoría clásica, el signo es "algo que representa a otra cosa": el "signo" está en lugar de "la cosa". A su vez, el "signo" remite a "la cosa" por una relación de "semejanza". Cuando Heidegger dice que el mundo ha devenido "imagen", quiere significar que el mundo mismo ha dejado de ser "signo de", para devenir "signo para". De ese modo, el "signo" remite directamente al sujeto para el cual algo es "signo" (idea, impresión, imagen sensible), y sólo en forma "mediata" remite a "las cosas". El "signo" es "lo representado" ante una conciencia, y su espesor está dado "para" el sujeto. Para conocer, no debemos ir más allá de los signos, esto es, hacia las cosas, sino indagar en el interior del espacio de la representación. El pensamiento es reflexión sobre sí mismo: "lo que" se piensa queda opacado ante el hecho de "pensar". La novedad radical de la filosofía cartesiana consiste precisamente en que "el mundo" se ha transformado en "objeto" para una conciencia: todas sus determinaciones se han convertido en mis ideae, en el contenido representativo de mis coagitaciones (Husserl, 1936).

"El sentido propio de la "representación" en la época moderna, es el darse un objeto en la intuición. La verdad encuentra su manifestación y su signo en la percepción evidente y definida. La "certeza" tiene que ver con la seguridad de la intuición. Hasta el siglo XVI, el "signo" debía ser descifrado para conocer los "secretos" de las cosas, ...pero no tenían necesidad de ser conocidos para existir; aún si permanecieran silenciosos, y si nunca había una persona que los percibiera, no perdían su consistencia. No era el conocimiento, sino el lenguaje mismo de las cosas lo que los instauraba en su función significante" (M. Foucault, Las palabras y las cosas, 1966).



A partir del siglo XVII, los "signos" no esperan ser reconocidos para existir, sino que se constituyen por el acto mismo de conocer. Hasta el siglo XVI, los signos son el efecto de una metáfora: son el resultado de un desplazamiento desde "las cosas" hacia sus "dobles", son la "presencia diferida" de la "verdadera realidad" y remiten a ella por su "semejanza". Hasta ese momento, la tarea de los signos, era revelar "un lenguaje previo repartido por Dios en el mundo" y el re-presentar era considerado como un "volver a presentar" lo que estaba ausente: la "imagen" era aquello que estaba "en el lugar de" lo real, y el signo lo re-presentaba, en el sentido de que lo reproducía y lo traía "a la presencia".

Ahora, el signo comenzar a significar en el interior del conocimiento y ser a partir de la conciencia desde donde tomar su "certidumbre" o "probabilidad". En la época moderna, los signos despliegan el mundo: las representaciones se desatan y se ligan, se hacen "claras y distintas", conservan su identidad y manifiestan sus diferencias. Son los "signos" los que permiten el análisis de "las cosas" en sus elementos simples y este "descomponer hasta llegar al origen" sirve como punto de partida para "mostrar cómo son posibles las combinaciones de estos elementos y permitir la génesis de la complejidad de las cosas" (Foucault, 1966).

A partir de Descartes, la imagen-signo es una "figura del mundo" en cuanto es lo con-figurado por un sujeto que está en la base como soporte (hypokeimenon) de la representación. El sub-jectum es el fundamento sobre el cual se determina "el ser del ente" y "la medida" de la verdad. Ahora bien, si el objeto es siempre una "imagen" para un sujeto, lo puesto por un sujeto que representa, ¿cómo hacer de nuestras certezas un conocimiento "objetivo" del mundo natural? Este es el "problema" del conocimiento que atraviesa a toda la modernidad.


A la búsqueda del camino hacia la verdadera ciencia.
En las famosas Reglas para la dirección del espíritu (1627), Descartes confirma la importancia del METODO como "conjunto de ciertas reglas fáciles y sencillas" para que la inteligencia llegue a alcanzar el verdadero conocimiento de lo que es capaz.

En la Regla XII, Descartes distingue entre la existencia real de las cosas y nuestro conocimiento acerca de ellas. Para nosotros, las cosas corpóreas del mundo circundante son una composición de ciertas naturalezas simples que constituyen verdaderos "átomos de conocimiento" para nuestros juicios.

"Así, pues, decimos en primer término que cuando hablamos de cada cosa en particular la debemos considerar con relación a nuestro conocimiento de otro modo que cuando hablamos de ella refiriéndonos a su existencia real. En efecto, si consideramos, por ejemplo, algún cuerpo extenso y figurado, confesaremos que en cuanto a su realidad es algo uno y simple, pues en ese sentido no podría decirse compuesto de la naturaleza corpórea, de extensión y de figura, ya que estas partes no han existido jamás distintamente unas de otras; pero respecto de nuestro entendimiento lo llamamos un compuesto de aquellas tres naturalezas, porque concebimos cada una separadamente antes de haber juzgado que las tres se encontraban reunidas en un solo y mismo objeto…" (R. Descartes, Reglas para la dirección del espíritu, Regla XII, el subrayado es nuestro).

Con esto, Descartes quiere significar que cuando hablamos de "las cosas", hablamos de nuestras representaciones acerca de ellas: de sus modos de ser ante nuestra humana capacidad de conocer. Y en este caso:


"...llamamos simples solamente a aquellas nociones cuyo conocimiento es tan claro y distinto que la inteligencia no puede dividirlas en varias cuyo conocimiento sea más distinto aún: tales son la figura, la extensión, el movimiento, etc. y concebimos todas las demás como cosas compuestas, en cierto modo, de estas" (Regla XII).



Para nosotros, las cosas corpóreas son de naturaleza compuesta, y las descubrimos como tales mediante el exclusivo uso de nuestro entendimiento, "sin el auxilio de ninguna imagen". Nos basta, para conocerlas, con "estar dotados de razón" y partir de esos elementos "simples". Ahora bien, para llegar a un conocimiento completo de la realidad, debemos recomponer esos "átomos de conocimiento" a través de una unión que se manifiesta en los juicios.

Dicha unión, según Descartes, puede ser necesaria o contingente. La unión necesaria es fuente de verdadero conocimiento. La unión contingente no proporciona ciencia alguna: si recurrimos a los sentidos o a la imaginación, lo más probable es que incurramos en un error.


...Experimentamos todo lo que percibimos por los sentidos, todo lo que aprendemos de otros y en general, todo lo que llega a nuestro entendimiento, ya sea del exterior, ya por la contemplación refleja que realiza de sí mismo. Y a este propósito se ha de notar que ninguna experiencia puede engañar jamás al entendimiento si se limita solamente a la intuición precisa del objeto, tal como lo posee en sí mismo o en imagen, sin juzgar, además, que la imaginación reproduce fielmente los objetos de los sentidos, ni que los sentidos revisten las verdaderas figuras de las cosas, ni finalmente que los objetos exteriores son siempre como aparecen, pues en todos estos casos estamos sujetos al error... (Regla XII)
La composición, entonces, puede hacerse, por impulso, por conjetura o por deducción:


...Componen por impulso sus juicios acerca de las cosas aquellos a quienes su propio espíritu mueve a creer algo, sin estar convencidos por ninguna razón, y sí sólo determinados, por algún poder superior, por la propia libertad, o por una disposición de su fantasía: la primera influencia nunca engaña, la segunda rara vez, la tercera casi siempre; pero la primera no pertenece a este lugar porque no cae dentro de los dominios del método. La composición se hace por conjetura, cuando, por ejemplo, del hecho de que el agua, estando más alejada del centro del mundo que la tierra, sea también una sustancia más sutil y lo mismo que el aire, que está por encima del agua, es también menos denso que ella, conjeturamos que más allá del aire no hay más que una especie de éter muy puro, mucho más sutil que el aire mismo, etc. Pero todo lo que componemos de este modo no nos engaña en verdad si no lo juzgamos más que como probabilidad y no afirmamos que es verdadero; pero tampoco nos hace más sabios (Regla XII).

Entre estos modos de composición, sólo la deducción nos proporciona una fuente segura de la verdad de nuestras representaciones. De la unión entre intuición "clara y distinta" (evidente) de las "naturalezas simples" y deducción necesaria de las conexiones entre ellas, nacerá el verdadero conocimiento de las cosas:

...toda la ciencia humana consiste sólo en esto: en ver distintamente cómo esas naturalezas concurren simultáneamente a la composición de otras cosas (Regla XII)



El método consiste entonces en dividir los objetos de conocimiento en proposiciones simples y cuestiones. Las proposiciones simples se presentan "espontáneamente" claras y distintas ante nuestro espíritu. Las cuestiones "perfectamente entendibles" pueden ser resueltas atendiendo sencillamente a las reglas enunciadas hasta aquí. En caso de que sean más complejas, habrá que aislar el campo de investigación, tratando de encontrar las proposiciones más simples con cuya combinación pueda hallarse la solución. De ello resulta que siempre, independientemente de cualquier experiencia, la inteligencia podrá alcanzar por sí misma la ciencia.

Con la enumeración de las reglas, Descartes ha pretendido "normativizar" el camino que deber seguir "la razón humana" si pretende alcanzar la "verdadera ciencia". Sin embargo, las reglas del método nos proporcionan solamente una serie de procedimientos formales a partir de los cuales estaremos ciertos de nuestras representaciones acerca del mundo natural. El cogito cartesiano, tomado como "modelo" y como "medida" de la verdad, sólo nos brinda la seguridad de la verdad formal de nuestras ideas.

El uso "correcto" de las reglas del método nos garantizará la certeza de nuestro conocimiento. Pero, como dice Hegel, la "certeza" no es la "verdad". En Descartes, la noción de verdad como "adecuación" pierde su sentido tradicional de correspondencia entre "el concepto" y "las cosas", para constituirse en coherencia o no-contradicción entre enunciados. La física cartesiana inspirada en el modelo geométrico, cuyas operaciones fundamentales son la intuición y la deducción se reveló incompatible con los fenómenos del mundo natural que debía explicar. La interrogación hecha por el "empirismo opositor" podría establecerse en estos términos: ¿Basta con la "mera razón" para constituir un sólido edificio de conocimiento? ¿Es suficiente aceptar los parámetros de la simple "forma" de la verdad para reconstruir el mundo físico? Descartes cayó en la trampa del racionalismo y tuvo que recurrir a Dios para garantizar la "realidad objetiva" de las ideas.

Siguiendo la regla de la evidencia, sólo debemos aceptar como verdaderos aquellos objetos (= ideas) que nuestro espíritu parece conocer de un "modo cierto e indudable", esto es, "aquello que se presenta.. a mi espíritu tan clara y tan distintamente que no tuviese ninguna ocasión de ponerlo en duda" (R. Descartes, Discurso del método, II Parte). Sin embargo, tendremos la certeza (=seguridad) de la verdad de nuestras ideas acerca de las cosas, pero de lo que no estaremos completamente seguros, será del "contenido objetivo" de nuestras representaciones.

En la III de las Meditaciones metafísicas, Descartes distingue entre la verdad del "representar" y la verdad de "lo representado". Si bien se puede establecer por "regla general" "que todas las cosas que concebimos muy clara y distintamente son verdaderas", analizando "lo que" pienso, esto es, los "contenidos" de la representación, nos encontramos con distintas "clases" de ideas: las ideas de la aritmética y de la geometría, la idea de Dios, las imágenes de las cosas, las afecciones y los juicios.

En este punto de la argumentación cartesiana, podemos considerar que el "yo" ha dejado de ser una "potencia" de representar las cosas a través de las ideas o "facultad de pensar" para devenir un "receptáculo de ideas". Del mismo modo, las ideas han dejado de ser "realidades formales" del espíritu para devenir "contenidos de conciencia". Con ello, se ha producido un desplazamiento de la argumentación desde "el pensar" (Meditación II) hacia "lo pensado".

Ahora, la cuestión central está referida a "cómo" se representa el "yo" al "mundo" o la "naturaleza" en general. Como sabemos, Descartes encuentra la determinación fundamental del "ser del mundo" en la extensio. Esa determinación del ser del mundo como sustancia extensa impone una discusión acerca de la "semejanza" entre nuestras "ideas" (= conceptos) y las "cosas". Puesto que el mundo es res extensa, pura espacialidad, ¿cómo se las arregla la sustancia pensante, el yo puro, para representárselo adecuadamente valiéndose solamente de las reglas del método?

La distinción cartesiana entre el cogito y la res extensa, que determina la ontológica posterior de "naturaleza" y "espíritu", se enmarca en una comprensión del "ser en general" como sustancia "en sí" que implica una separación radical entre "el ser" y "el pensar", y con ello, un mutuo desconocimiento. La solución cartesiana caerá en la "trampa" del racionalismo dogmático que, confiando a-críticamente en el "poder de la Razón", tendrá una única vía para garantizar la adecuación entre los "conceptos" y las "cosas": recurrir al más perfecto contenido de conciencia, la idea de Dios.

Siguiendo la concepción tradicional de que los juicios son "enlaces de conceptos", esto es, modos del afirmar o del negar que sirven para determinar algo como algo, Descartes considera que el problema de la verdad radica en el juicio, en el juzgar. De allí la necesidad de evitar toda precipitación de la voluntad infinita para no incurrir en el error de reunir dos conceptos que no están claramente (=evidentemente) conectados ante el entendimiento finito. Uno de esos juicios, es aquel que afirma que "nuestras ideas son semejantes a las cosas que representan".


...Y lo que principalmente debo hacer aquí es considerar, respecto de aquellas [ideas] que parecen provenir de algunos objetos que están fuera de mí, cuáles son las razones que me obligan a creerlas semejantes a esos objetos. (Meditaciones Metafísicas, III Meditación).



Aunque no se pueda poner en duda aquello que se nos revela con la "luz natural" de nuestra razón; una cosa es tomar a las ideas como "modos del pensar" y otra cosa es tomarlas como "imágenes de las cosas". ¿De dónde provienen entonces esas ideas que representan a un "mundo" (esencialmente distinto del "yo pienso") como cosa corpórea cuyo atributo específico es la extensión?

Si tomamos a las "ideas" como "modos de pensar", yo soy la causa de todas las ideas y de todos los juicios (los verdaderos y los falsos), pero en lo que ser refiere a su realidad o contenido objetivo, yo no puedo ser la causa de todas las ideas y de todos los juicios (particularmente de aquellos que representan al mundo como "distinto de mí"), pues en ese caso yo soy afectado por las cosas.


...pero debe saberse que siendo toda idea obra del espíritu, su naturaleza es tal que no exige de sí ninguna realidad formal que la que recibe y toma del pensamiento o del espíritu, del que es solamente un modo, es decir, una manera o modo de pensar. Ahora bien, para que una idea contenga una determinada realidad objetiva... debe sin duda tenerla en alguna causa, en la que por lo menos se encuentre tanta realidad formal como realidad objetiva contenga esta idea... (III Meditación).


Por otra parte, lo que la "luz natural" me hace conocer es que esas "ideas" son "imágenes" o "cuadros" de las cosas, de cosas que no soy yo y de naturaleza diferente a la mía. "Lo que" me represento, "lo que" se hace presente ante mí es que "no estoy solo en el mundo", que "hay otras cosas" y que esas cosas "fueron hechas por alguien" distinto del yo. Porque de mi naturaleza pensante finita no puede originarse la naturaleza espacial del "mundo" y menos aún podría surgir la idea del ens realissimum y perfectissimum: la idea de Dios. Por lo tanto, Descartes ha pasado desde la "claridad y distinción" de la extensión como atributo del mundo a la afirmación de su existencia a través de la idea de Dios.

La idea de Dios contiene en sí misma un conjunto de atributos que lo hacen ser "soberano, eterno, infinito, inmutable, omnisciente, todopoderoso, y creador universal de todas las cosas que están fuera de él" (III Meditación). Y así como Dios se revela como causa de mi procedencia y la del mundo, se revela también como la causa de la adecuación de mi conocimiento a la naturaleza de las cosas corpóreas.


"... y sólo porque esta idea [de Dios] se encuentra en mí, o bien porque yo soy o existo, yo, que tengo esta idea, concluyo tan evidentemente que Dios existe y que mi existencia depende enteramente de él en todos los momentos de mi vida, que pienso que el espíritu humano no puede conocer nada con más evidencia y certeza. Y ya me parece que descubro un camino que nos conducirá de esta contemplación del verdadero Dios (en que todos los tesoros de la ciencia y la sabiduría se encierran) al conocimiento de las demás cosas del universo. Porque primeramente reconozco que es imposible que alguna vez me engañe, puesto que en todo fraude y engaño se encuentra cierto tipo de imperfección y aunque parezca que poder engañar sea señal de sutileza o de poder, querer engañar atestigua sin duda debilidad o malicia. Y por consiguiente, esto no puede encontrarse en Dios". (Meditaciones Metafísicas, IV Meditación).


Y puesto que en nosotros mismos encontramos la facultad de juzgar dada por Dios, "como él no podría querer engañarme, es seguro que me la ha dado de modo que jamás pueda errar mientras la use como es debido" (IV Meditación). Debemos entonces confiar en la "infinita bondad" de Dios para estar seguros de que, cuando las verdades son extraídas "conforme al método", tenemos una representación auténtica del mundo en general. De este modo, la certeza de la idea de Dios se transforma en la garantía de la legitimidad de nuestras representaciones acerca del "ser del mundo" como cosa extensa.

Descartes abrió la vía de la representación del mundo como objeto o fenómeno para una conciencia. Sin embargo, entre la verdad del "representar" y la verdad de "lo representado" estableció una diferencia que sólo pudo ser salvada a través de la presencia de la idea de Dios. La identificación del "yo" con el "alma pura" recubrió el novedoso descubrimiento del sujeto como posición absoluta desde donde se decide "el ser de lo que es" y "la verdad del mundo". El "yo pienso" cartesiano se transformó así en "entendimiento humano natural" creado por Dios, en receptáculo de "ideas innatas" cuya adecuación al "mundo objetivo" encontró su garantía en una entidad metafísicamente trascendente al "yo". Descartes quedó sujetado a la oposición entre el "adentro" y el "afuera" de la conciencia y con ello, perdió la posibilidad de una fundamentación absolutamente subjetiva del conocimiento del mundo objetivo. La "consistencia" entre "el ser" de "lo pensado" y "el pensar" volvió a resolverse por la vía de la SEMEJANZA, esta vez garantizada por Dios.

Lic. Liliana Ponce




Bibliografía:

-Descartes, R. "Reglas para la dirección del espíritu" en Obras escogidas, Buenos Aires, Charcas, 1980

- Descartes, R. "Meditaciones metafísicas", en op.cit.

- Descartes, R. "Los principios de la filosofía", en op.cit.

- Descartes, R. "Discurso del método", en op. cit.

- Heidegger, M. "La época de la imagen del mundo" en Caminos de Bosque, Alianza, Madrid, 1996.

- Foucault, M. Las palabras y las cosas, México, Siglo XXI, 1984

- Husserl, E. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, México, Folios, 1984.

- Derrida, J. La filosofía como institución, Barcelona, Granica, 1984