En la Fenomenología del Espíritu (1806-07) Hegel comienza
con una introducción donde discurre acerca de lo que no es el conocimiento: el
conocimiento no es un instrumento ni un medio para contemplar la Verdad. Puesto
que todo instrumento aplicado a la "cosa en sí" alteraría su ser, si
conociéramos la verdad a través de ese medio, no podríamos conocer lo que la cosa es "en sí", por lo tanto, no
podríamos conocer su verdad. De este
modo, Hegel considera que toda "teoría del conocimiento" comporta una
diferencia esencial entre "lo
Absoluto" y "la
Verdad", y por consiguiente, la imposibilidad de un
saber verdadero acerca de lo Absoluto. La crítica de Hegel se dirige así contra
la filosofía trascendental kantiana como "teoría del conocimiento".
Como sabemos,
Kant considera que es necesario verificar las "condiciones" del
conocer antes de aceptar y confiar en
los saberes obtenidos. La tarea de la filosofía trascendental será entonces justificar
críticamente las condiciones de nuestro conocimiento
y, en ese sentido, implica una "teoría" acerca del conocimiento
humano. Por su parte, Hegel propone sustituirla por una experiencia de conocimiento, esto es, por la descripción fenomenológica del conocer mismo. Así,
mientras la crítica kantiana es una reflexión, y como tal está mediatizada por una serie de supuestos,
la experiencia fenomenológica
pretende ser una verdadera contemplación
del recorrido de la conciencia hasta llegar a la ciencia, la descripción
del saber "tal y como se manifiesta", sin suposiciones previas: la
exposición del Saber Absoluto realmente efectivo.
Mientras
Kant opta por una serie de supuestos que culminarán en la determinación de la
cientificidad o no de la metafísica, Hegel considera que es necesario evitar
todo supuesto y partir de la idea de que sólo lo Absoluto es verdadero o de que
sólo lo verdadero es Absoluto. Lo verdadero es ya conocimiento de lo Absoluto.
No es posible preguntarse acerca de las condiciones que hacen posible la verdad,
sino aceptar que no hay verdad sino acerca de lo Absoluto.
Hegel asume como posible
el conocimiento Absoluto y lo que tratará de mostrar es su realización efectiva
(Wirklichkeit) a través de la
experiencia del Espíritu. La descripción fenomenológica deberá conducirnos
desde la "conciencia natural" hasta "la conciencia
científica", y la Fenomenología del Espíritu nos mostrará el recorrido.
La autoconciencia reflexiva, lejos de ser un punto de referencia absoluto, es
el resultado de un proceso de formación (Bildung)
de la conciencia. La "conciencia crítica" es entonces sólo un momento
(Moment) en la "historia"
del surgimiento del Espíritu y la dialéctica del Espíritu nos mostrará que la
única Verdad es el Espíritu, siendo el Saber Absoluto el reconocimiento de esa
Verdad. La Fenomenología del Espíritu puede ser pensada entonces
como un cambio de perspectiva respecto de lo establecido por la crítica
kantiana, no sólo en lo que concierne a la filosofía, sino también a la
ciencia.
Para Kant, la filosofía es
filosofía trascendental, crítica de las
condiciones del conocer y tribunal de la razón científica, capaz de emitir un juicio
acerca de las posibilidades de todo saber para constituirse en ciencia. La filosofía
no es metafísica: no es disquisición acerca de un Ser situado más allá de la
experiencia posible y tampoco se identifica con la ciencia, ya que no es
investigación acerca de una determinada región de objetos.
Para Hegel, la Filosofía es Ciencia, la
consumación del Ideal epistémico de la
Razón occidental: el Conocimiento Absoluto. Como vimos, Kant
considera que lo Absoluto es incognoscible, que las Ideas de la Razón como Prinzipien refieren a una unidad absolutamente
incondicionada que está primera en el orden de las condiciones del ser y del
conocer. Pero, puesto que por definición se sitúan más allá de toda
experiencia, son conceptos puros (meros conceptos) que al quebrar los cánones
del uso legítimo del Entendimiento no tienen validez cognoscitiva.
Hegel retoma el concepto
fichteano de ciencia que está presente en la Doctrina de la ciencia (WL, Fichte, 1804). La filosofía, según Fichte, se define
por su pretensión de reducir la multiplicidad a la unidad. Alcanzar la Unidad Absoluta es
alcanzar la Verdad
Absoluta. El camino de la WL será: partir de la evidencia fáctica de lo
Absoluto hasta llegar a la evidencia conceptual de lo Absoluto a través de
sucesivas mediaciones.
Según Fichte, la WL se identifica con la Filosofía como
"exposición de lo Absoluto". Lo Absoluto es la unidad cerrada en sí
misma donde las diferencias son reunidas en su identidad. Lo Absoluto se
expresa bajo la forma de la igualdad A=A donde el primer término es "el
fundamento" (A) y el segundo término (=A) es "lo fundado". La Filosofía deberá dar
cuenta reflexivamente de esa unidad.
Sin embargo, para Hegel el
comienzo de la Doctrina de la Ciencia es un saber abstracto porque parte de
un "supuesto": la "evidencia inmediata" de la Unidad absoluta. Para él,
la filosofía, a diferencia de las demás ciencias, no goza de "la ventaja
de presuponer sus objetos como inmediatamente dados por la representación"
ni de dar por admitido "en el punto de partida, y en su curso sucesivo, el
método de su investigación" (Hegel, ENC:
1830, Parág.1). Por lo tanto, habrá
que abordar el saber "tal como se manifiesta", sin suponer nada
previamente y de modo que sea posible exponer el camino (=el proceso) que
recorre "la conciencia" (el sujeto del saber) hasta acceder a la
verdadera ciencia (el conocimiento Absoluto).
El
pensamiento, tal como se nos ofrece en su aspecto más inmediato, se aparecerá
con su ordinaria significación subjetiva: en este caso, los conceptos serán
simples "formas de pensar" de un sujeto. Por otra parte, los
pensamientos pueden ser llamados "objetivos" cuando lo que se
"designa" mediante los conceptos es la expresión de lo universal de
"las cosas". En ambos casos, los "conceptos" y "las
cosas" son extraños (=exteriores) entre sí. Mantenerse en esa dualidad no
es sino permanecer en el ámbito de "lo finito". Pero la
filosofía siempre ha querido alcanzar el Concepto absoluto, la Absoluta identidad donde
se resuelven todas las diferencias, lo in-finito (un-endlich). Sin embargo, esto no es posible tomando como punto de
partida un supuesto, sino dando cuenta del
proceso mediante el cual se llega a lo Absoluto que, lejos de ser un
simple "comienzo", una inmediatez, es el "resultado" de una
mediación. Dicho proceso es el proceso mismo del conocimiento.
Precisamente,
lo que la Fenomenología del Espíritu relata es la
"experiencia" de la conciencia hasta llegar a "la ciencia".
Ahora bien, esa "experiencia" no es un simple "percibir" o
un "configurar" el objeto del conocimiento, como pretenden los
empiristas o Kant. La experiencia es ese
movimiento "dialéctico" que la conciencia lleva a cabo en sí misma y
que consiste en encontrarse siempre frente a un objeto "diferente" de
lo que creía saber. Cada
"grado" de la conciencia se manifiesta como lo-otro de lo que parecía
ser y la verdad de cada grado del saber se encuentra en la fase
subsiguiente. La experiencia es el
continuo "brotar" de un "nuevo objeto verdadero" que niega
cada vez la configuración anterior del objeto y manifiesta su no-verdad.
La dialéctica
global de esta experiencia puede resumirse de este modo: "lo sabido"
es en principio un "ser" exterior y extraño a la conciencia (lo-otro
de sí misma); pero, en forma inmediata, "lo sabido" se manifiesta
como "sabido para" una conciencia que sabe: la verdad de la representación
se desplaza desde "lo sabido" hacia "el saber". Sin embargo, hasta aquí no hemos adelantado
demasiado respecto de la filosofía kantiana, donde la Verdad del objeto
fenoménico quedaba delimitada en última instancia por las condiciones del uso
legítimo del Entendimiento. Para Hegel, la Verdad sólo puede resultar de que "lo
sabido" y "el saber" sean idénticos: esto es, la Verdad "se halla allí
donde el saber no necesita ir más allá de sí, donde se encuentra a sí mismo y
el concepto corresponde al objeto y el objeto al concepto" (Hegel, 1807:
57).
...Impulsándose a sí misma
hacia su existencia verdadera, la conciencia llegará entonces a un punto en que
se despojará de su apariencia de llevar en ella algo extraño que es
solamente para ella y es como un otro, y alcanzará, por consiguiente, el punto
en que la manifestación [el fenómeno] se hace igual a la esencia [el noúmeno] y
en el que, consiguientemente, su exposición coincide precisamente con este
punto de la auténtica ciencia del espíritu, y por último, captará por sí misma
esta esencia suya, la conciencia indicará la naturaleza del saber absoluto
mismo. (Hegel, 1807: 60).
La Fenomenología del
Espíritu
describirá esta "experiencia" de la conciencia: el experimentar
en cada paso las mediaciones necesarias para alcanzar la Verdad y la Ciencia. La filosofía permitirá
superar la escisión entre “la cosa" y la "conciencia".
Puesto que
la conciencia comienza sabiendo de "un otro" como "en sí" que
se revela "para sí". Pero el saber no se resuelve en la oposición del
ser en sí de la "cosa" y el para sí del "fenómeno". Esa
distinción/separación es sólo "aparente" para una conciencia que no
ha podido mirar aún con los ojos del Espíritu. "Para nosotros", dice
Hegel, lo verdadero es el Todo, la unidad del ser "en sí" de la cosa
y del ser "para sí" de la conciencia. La investigación acerca de si
"el concepto corresponde a la cosa" o si "el objeto corresponde
al concepto" es un permanecer dentro de los límites del Entendimiento, que
es siempre finito, porque determina y mantiene las diferencias, mientras la Verdad sólo es accesible a la Razón.
La Razón, que es negativa y
dialéctica, resuelve en la nada las determinaciones/ oposiciones del
Entendimiento. La Razón
es ella misma Espíritu, reconcilia todas las contradicciones en una Unidad
superior, y con ello se libera del carácter inmediato, concreto, exterior, de
las oposiciones (su) puestas por el Entendimiento: sólo la lógica de la Razón podrá dar cuenta del
movimiento dialéctico de lo Absoluto. La Fenomenología del Espíritu llega así hasta el punto
donde se inicia la Lógica.
Bibliografía citada:
-
Fichte, J.G. (1804) Doctrina de la ciencia. Buenos Aires,
Aguilar, 1975.
-
Hegel, G.W.F. (1807) Fenomenología
del Espíritu. Traducción de Wenceslao Roces. México, FCE, 1966.
- Hegel, G.W.F. (1830) Enciclopedia
de las ciencias filosóficas en
compendio. Traducción: Ramón Valls
Plana. Madrid, Alianza, 1997.
- Kant,
I. (1781-1787) Crítica de la razón pura. Traducción:
Mario Caimi. Buenos Aires, Colihue, 2007.
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